La Gobernación de Cundinamarca informa que no existe una reproducción descontrolada de perros ferales en el Embalse del Neusa.
Las observaciones recientes corresponden, principalmente, a perros rurales con propietarios que se mueven en la zona.
La presencia de ejemplares verdaderamente ferales es mínima, menor a diez, y no representa riesgo para los visitantes.
El IPYBAC adelanta acompañamiento técnico permanente con la CAR y los municipios.
La Gobernación de Cundinamarca y su Instituto de Protección y Bienestar Animal (IPYBAC) aclararon que no es cierto que exista una expansión de perros ferales en el Embalse del Neusa. Los estudios, caracterizaciones y visitas realizadas desde 2022 confirman que la gran mayoría de los animales observados en el parque provienen de fincas aledañas. Son perros domésticos que, al acercarse a los visitantes, pueden ser confundidos con ferales, aunque no responden a ese comportamiento ni corresponden a esa categoría biológica.
En cuanto a los ejemplares realmente ferales, los informes de la CAR —administradora del parque— y el seguimiento del IPYBAC registran menos de diez animales, ubicados principalmente en zonas boscosas de la vereda Laureles, un sector cerrado al público. Estos individuos mantienen conductas evasivas, no buscan interacción con las personas y no representan un riesgo para quienes visitan el embalse. Solo podría presentarse una reacción defensiva si alguien se acercara a una madriguera con crías, situación que no ocurre porque esas áreas no tienen acceso permitido.
Desde 2022, el IPYBAC, junto con la CAR, desarrolla un trabajo técnico continuo que incluye caracterización de fincas en un radio de dos kilómetros, instalación de microchips, desparasitación y educación comunitaria. Este proceso se ha complementado con más de 400 esterilizaciones en la zona del embalse. En 2024 se llevó a cabo una jornada ampliada de control poblacional en veredas cercanas para reducir el ingreso de perros domésticos al parque, una de las principales causas de la aparición de comportamientos ferales.
En 2025, ambas entidades avanzaron en un plan específico para atender el caso de una perra con siete cachorros en Laureles. Debido a las condiciones del terreno, el uso de dardos anestésicos no era seguro, por lo que se instaló un corral de captura, actualmente en proceso de cebamiento con alimento suministrado por el IPYBAC. Una vez se logre la captura simultánea, los animales serán valorados, esterilizados y socializados, con posibilidad de pasar al programa de adopción responsable.
En septiembre de 2025, el IPYBAC atendió otro reporte ciudadano por un canino presuntamente herido en el Neusa. El terreno tampoco permitió el uso de anestesia a distancia, por lo que se aplicaron métodos alternativos con atrayentes. Aunque no se ubicó al ejemplar reportado, se identificaron seis caninos jóvenes en condición de semiferalidad. Durante esta visita se formalizó el préstamo del corral de captura a la CAR para reforzar el proceso. La captura de perros ferales es un procedimiento especializado que exige infraestructura, personal capacitado y autorización de las entidades con competencia en el territorio.
Desde 2018, la CAR cuenta con un Plan de Prevención, Manejo y Control para perros ferales, y la Ley 2473 de 2025 clasificó a estos animales como fauna bravía, lo que activa procedimientos ambientales propios de la autoridad. En ese marco legal, el IPYBAC acompaña técnicamente a los municipios, pero no puede asumir la custodia de animales, como lo establecen la Ley 2054 de 2020 y el Decreto 456 de 2024. Para este tipo de situaciones, el Instituto opera con su Manual de Manejo de Animales Ferales 2025, que fija el procedimiento de atención y las responsabilidades territoriales.
La Gobernación recuerda que el problema central sigue siendo el abandono y la tenencia irresponsable por parte de algunos visitantes y residentes rurales. La presencia de perros domésticos sin supervisión favorece la conformación de pequeños grupos semiferales y afecta la fauna nativa del embalse. Por esta razón, se hace un llamado a no abandonar animales, no alimentarlos dentro del parque, mantener las mascotas con correa y reportar cualquier situación crítica a los canales oficiales. El control poblacional depende de intervención técnica, prevención del abandono y educación comunitaria.
En consonancia con este trabajo, el IPYBAC viene implementando el Programa Integral para el Manejo Humanitario de la Población de Perros y Gatos en zonas clave para la conservación de la biodiversidad, una estrategia fundamental para el departamento. En este espacio participan los profesionales Mauricio Vargas Madrid y Tatiana Jiménez Villegas, quienes han liderado la articulación técnica y la socialización de avances con el Observatorio de Protección y Bienestar Animal de Cundinamarca (OPYBAC). Este enfoque, basado en el principio de Una Sola Salud – Un Solo Bienestar, integra el cuidado de las personas, los animales y el ambiente para mitigar los impactos de los animales ferales en los ecosistemas.
El programa contempla acciones como la identificación de territorios con mayor conflicto entre comunidades, fauna silvestre y animales domésticos; estudios poblacionales en diferentes municipios; campañas de educación en tenencia responsable; jornadas de esterilización y brigadas en campo; promoción de la identificación y trazabilidad de animales ferales mediante microchips; y alianzas estratégicas con autoridades ambientales y académicas para impulsar investigación aplicada. Con estas iniciativas, el IPYBAC fortalece la política pública de bienestar animal, amplía la infraestructura para su protección y dinamiza procesos de cultura ciudadana orientados a la conservación de la biodiversidad, impactando de manera directa en 13 de las 29 estrategias del Plan de Desarrollo Departamental.
El Gobierno Departamental reitera su compromiso con el bienestar animal y la protección del Embalse del Neusa, con actuaciones coordinadas, criterios técnicos y decisiones basadas en evidencia para proteger el ecosistema.