En la tranquila Carrera 6 de Armenia, Quindío, una sombra de temor ha caído sobre la oficina del empresaio Jhon Jairo Flórez Ospina, quien es un colombiano que trajo al país la última y más vanguardista tecnología de drones no tripulados 216s.
Este ambiente tenso ha sido provocado por los persistentes hostigamientos del señor Diego Restrepo Villegas, orquestados por Sebastián Botero, cuyas acciones han dejado a Flórez Ospina y sus empleados en estado de alerta constante.
El día 2 de abril de 2024, alrededor de las 12:30 p.m., Restrepo Villegas se presentó en la oficina EHANG con una demanda agresiva y poco común. A pesar de que los empleados informaron que Flórez Ospina estaba ocupado y no podía atenderlo, Restrepo Villegas decidió permanecer fuera del lugar durante más de tres horas, con una actitud inquietante. Alegó que su presencia era para cobrar una deuda por una supuesta estafa, que en efecto no fue así, ya que las pruebas lo demuestran.
La situación se tornó aún más alarmante cuando los empleados notaron la presencia de tres hombres más en los alrededores, uno de los cuales portaba un arma de fuego. Mientras tanto, Restrepo Villegas comenzó a enviar mensajes de WhatsApp a un número celular perteneciente a la empresa, exigiendo un pago que Flórez Ospina asegura no deberle.
Al día siguiente, 3 de abril, la situación alcanzó su punto máximo cuando Restrepo Villegas regresó a la oficina, sembrando más temor entre los empleados. Con la ayuda de las autoridades, Flórez Ospina logró que el Grupo de Acción Unificada por la Libertad Personal (Gaula) interceptara a Restrepo Villegas, quien intentó huir al notar su presencia.
Sin embargo, los problemas no terminaron allí. Durante toda esa semana, del 2 al 5 de abril, varios hombres fueron vistos vigilando la oficina desde el Centro Comercial Plaza Flora y sus alrededores. Esta persistente vigilancia solo intensificó la sensación de inseguridad y paranoia en el área.
Este clima de hostigamiento y amenazas no solo ha afectado a Flórez Ospina y sus empleados, sino que también ha tenido un impacto más amplio en la economía local.
La desinversión extranjera, especialmente en sectores como la tecnología de drones no tripulados, se ha vuelto una realidad preocupante. ¿Cómo puede un país tan rico en recursos como Colombia permitir que las acciones de mafias y hostigadores afecten su progreso y desarrollo?
Es hora de tomar medidas firmes para garantizar la seguridad y la estabilidad necesarias para atraer y retener la inversión extranjera, que no solo trae consigo avances tecnológicos, sino también oportunidades de empleo y crecimiento económico para la región.