El pasado 7 de junio en horas de la tarde, el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay sufrió un atentado mientras realizaba un mitin político en el parque El Golfito, localidad de Fontibón, en el barrio Modelia. Un adolescente le disparó en la cabeza y la pierna, dejándole heridas graves. Desde entonces, fue sometido a varias cirugías de alto riesgo para tratar inflamaciones cerebrales y sangrados intracraneales, pero su estado crítico no logró revertirse.
Petro y Uribe: Rivalidad que marcó la agenda política
Meses antes del atentado, la relación entre Miguel Uribe Turbay y Gustavo Petro estuvo marcada por diferencias ideológicas profundas y enfrentamientos públicos. Uribe, desde su posición en el Centro Democrático, fue uno de los críticos más constantes de la gestión presidencial, cuestionando sus políticas de seguridad, el manejo económico y su postura frente a regímenes como el de Venezuela. Petro, por su parte, lo señaló en varias ocasiones como representante de la
“Vieja política”
Y de sectores que, según él, se oponían a las transformaciones sociales propuestas por su gobierno.
Estas inconformidades se intensificaron en debates legislativos y redes sociales, donde ambos intercambiaron acusaciones directas. Aunque no existían amenazas mutuas, el clima político previo al ataque estaba cargado de polarización, lo que convirtió cualquier gesto entre ambos en un hecho de alto impacto mediático.
Visita frustrada y mensaje de urgencia presidencial
El mismo 7 de junio, el presidente Gustavo Petro (@gustavopetrourrego) fue recibido con rechazo cuando intentó ingresar a la Clínica Santa Fe para visitar al senador Miguel Uribe (@migueluribet), quien permanecía internado tras el atentado que sufrió recientemente.
En medio de la tensión, personal de seguridad y ciudadanos presentes impidieron su ingreso, según muestran las imágenes registradas y compartidas por Punto de Quiebre.
Ese mismo día, el mandatario condenó el atentado como:
“Un asalto a la democracia”
Y pidió unidad contra la violencia política. Suspendió un viaje oficial a Francia, expresó solidaridad con la familia de Uribe y subrayó que:
“La vida debe ser la línea roja”.
Además, anunció una recompensa de 3 mil millones de pesos por información que condujera a los responsables.
El 8 de junio, en su primera alocución presidencial después del ataque, el presidente de los colombianos declaró que, cualquiera que sea su posición política, antes que nada, toda persona tiene el derecho a vivir. Prometió la más absoluta transparencia en la investigación, rechazó el uso político del atentado y subrayó la necesidad de proteger también al menor implicado, por ser un niño.
La incógnita del día del atentado: ¿Por qué le quitaron los escoltas?
Un día después, el 9 de junio, reveló que el esquema de seguridad del senador había sido reducido de siete a tres escoltas ese mismo día, calificando el hecho de:
“Extraño”
Y ordenando investigar. Advirtió que no había pruebas para afirmar un móvil político en el ataque.
El 15 de junio, tras la Marcha del Silencio en rechazo a la violencia política, reiteró su deseo de que:
“Los soldados de la venganza política no dominen el corazón”
E insistió en evitar que el país vuelva a matarse entre sí.
A finales de junio, negó cualquier responsabilidad en el atentado y anunció demandas contra quienes lo difamaran. Insinuó que:
“Alguien está ocultando algo”
Sobre el caso y pidió no entorpecer la investigación.
Palabras que encendieron la polémica
El 10 y 11 de agosto, tras un nuevo parte médico que confirmaba el estado crítico de Uribe, publicó en “X” que:
“El senador Miguel Uribe Turbay es hoy, antes que nada, un ser humano vivo; en su estado, no debe ser manipulado por nadie. Se trata de lo fundamental: la dignidad humana”.
El mensaje fue criticado por el abogado de Uribe, quien lo calificó de miserable.
Finalmente, el 11 de agosto, tras el fallecimiento del senador, el presidente se pronunció en “X”:
“Mi sentido pésame a la familia del senador Miguel Uribe Turbay, y a las y los colombianos todos. La vida está por encima de cualquier ideología”.
Señaló que su gobierno ha hecho de la vida y su protección el eje central de gestión, y lamentó que este crimen ocurriera:
“En un gobierno progresista, amante de la vida”.
Recordó la violencia política del pasado:
“Después de un genocidio político desatado entre liberales y conservadores, hemos pasado a una violencia centrada en las economías ilícitas. Pero la muerte nos asalta aún”.
Sobre la investigación, indicó que:
“Sus causas, aún en averiguación, serán las autoridades competentes, ayudadas por expertos internacionales, quienes se pronunciarán en su momento”.
Reafirmó que:
“No hemos perseguido a ningún miembro de la oposición, ni lo haremos”. Concluyó llamando a la paz: “Cada vez que cae un colombiano asesinado, es una derrota de Colombia y de la vida. No es la venganza el camino de Colombia. Por venganzas llevamos décadas de violencia. No más”.
El lapsus en el homenaje que encendió las redes
El 12 de agosto de 2025, un día después del asesinato del senador Miguel Uribe Turbay, el presidente Gustavo Petro asistió a un homenaje póstumo en el Salón Elíptico del Congreso de la República, en Bogotá, donde se congregaron congresistas, líderes políticos y familiares para rendir tributo a la memoria del legislador.
Durante el acto, que incluía un minuto de silencio en honor a Uribe, el mandatario cometió un error al pronunciar su nombre, refiriéndose a él como:
“Mario Uribe”.
El lapsus provocó murmullos y reacciones inmediatas entre los asistentes, ya que
“Mario Uribe”
Es también el nombre de un polémico exsenador colombiano.
Petro, consciente de su equivocación, rectificó de inmediato y mencionó correctamente a Miguel Uribe Turbay, continuando con el homenaje. El incidente fue ampliamente comentado en redes sociales y medios de comunicación, interpretándose por algunos como una muestra de descuido en un momento solemne, y por otros como un simple lapsus en medio de la tensión política y emocional que atravesaba el país.
Petro no va al sepelio: Francia Márquez asume representación
El 13 de agosto, a pocas horas del sepelio, se confirmó que el presidente Gustavo Petro no asistiría a las honras fúnebres de Miguel Uribe Turbay. Aunque no emitió un comunicado oficial explicando las razones, su ausencia fue interpretada por varios sectores como un gesto para evitar tensiones en medio del clima político que rodea el caso.
En representación del Gobierno Nacional, la vicepresidenta Francia Márquez encabezará la delegación oficial en la ceremonia religiosa programada en la Catedral Primada de Colombia, en el centro de Bogotá. El evento reunirá a familiares, amigos, líderes políticos y ciudadanos que rendirán el último adiós al senador, mientras continúan las investigaciones sobre su asesinato.
Adiós a una voz férrea de la oposición
Uribe Turbay, de 39 años, abogado y senador del Centro Democrático, era nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala e hijo de la periodista Diana Turbay, asesinada en 1991. Durante su carrera política, impulsó proyectos de seguridad, luchó contra la corrupción y el fortalecimiento institucional. Tras su muerte, deja a su esposa, María Claudia Tarazona, y cuatro hijos.
Con la muerte de Miguel Uribe Turbay, Colombia pierde a una de las voces más férreas de la oposición y revive sus heridas más profundas: la de un país donde la política aún puede costar la vida. Su asesinato se convierte en un símbolo de la fragilidad democrática y deja en evidencia que, pese a los discursos de paz, la violencia sigue infiltrada en la vida pública.
Mientras sus verdugos son buscados y las investigaciones avanzan, queda una pregunta que retumba en las calles, en el Congreso y en la conciencia nacional: ¿Cuántos líderes más deberán caer antes de que Colombia rompa el ciclo sangriento que la persigue desde hace décadas?.
Por Mariana Muñoz Beltran